¿El fin de la televisión abierta?

¿Estaremos viviendo el fin de la televisión abierta? Ésta es una rápida reflexión al ver el campo audiovisual en estos últimos tiempos.

La televisión abierta está sufriendo una crisis profunda, desde que a nuestro país llegó la televisión para abonados por cable. El objetivo de estos es simple: llegar a los usuarios de una forma fragmentada, ofreciendo diversos canales: cine, deportes, ciencia, música, dibujos animados, entretenimientos en general, etcétera, etcétera.

Gran parte de la población se ha identificado con este nuevo -ya con décadas en otros países- formato de televisión. A todo esto debemos agregarle la irrupción de la televisión satelital, gracias a la derogación de la ley que lo impedía, efectuada por el Presidente Jorge Batlle (Uruguay). Esta nueva modalidad se ha transformado en un auge en los últimos años. La televisión satelital ofrece a los usuarios una variedad que oscila entre los 150 y 200 canales. A modo de ejemplo, podemos citar a la operadora DirectTV Latin America, controlada por la Hughes Electronics Corporation (74%), Grupo Cisneros y Bessemer Holdings (21%) y Grupo Clarin (5%), que está preparándose, según el informe de la Gazeta Mercantil Latinoamericana, «para conquistar cuatro millones de abonados en América Latina en los próximos cinco años». Actualmente, DirectTV cuenta con 1,3 millones de abonados en América Latina, de los cuales 500 mil, casi el 40% del total, son brasileños. Otro 20% está en Argentina, un 18% en México y el 22% restante se divide entre los otros países de la región.

Además de ofrecer canales exclusivos como Disney (infantil) y HBO (películas), la empresa apuesta a una pasión de los latinoamericanos: el fútbol. Según el informe de la Gazeta Mercantil Latinoamericana, en diciembre pasado, DirectTV pagó «cerca de 400 millones de dólares a la FIFA para obtener los derechos exclusivos de transmisión de la Copa del Mundo de fútbol 2002 y 2006 a México, Argentina, Venezuela, Colombia, Uruguay y Chile».

Otro pilar de la estrategia de la empresa para América Latina es la TV interactiva, con video juegos, servicios de información del tiempo, transportes y home banking. Antes del final del año, también será implementado lo que está siendo llamado t-commerce, o comercio electrónico por TV. El objetivo es permitir que el televidente adquiera productos apenas usando su control remoto. «No estamos compitiendo con la computadora. La televisión es un vehículo de entretenimiento para la familia. Queremos ofrecer diversión y facilitar la vida de las personas», dice el brasileño Milton Torres, vicepresidente de DirectTV Latin America.

Por lo visto -o, mejor dicho, leído- la televisión abierta se encuentra con grandes problemas de supervivencia. La televisión por cable y la televisión satelital la están desplazando paulatinamente. Esto significará, supongo yo, que no tendremos que manejar el control remoto para hacer zapping por los enlatados que ofrece la programación de nuestros canales, sino que tendremos el control remoto para poder consumir productos y así poder satisfacer nuestras necesidades no básicas, sin movernos ni un centímetro de la pantalla del televisor. ¡¡¡Que bueno!!! ¿No?

¡Buh! ¡Feliz día de Halloween!

«Mas claro échale agua», dice un refrán popular. Halloween ya está entre nosotros. Y las voces se hacen escuchar: «Imperialismo cultural» dicen unos, «manifestación contracultural» dicen otros, y otros más vivos dicen «las ventas suben hasta las nubes».

La cuestión es que los uruguayos somos unos fantasmas. El fin de semana pasado me encontraba en el Montevideo Shopping -por motivos que no deseo explicar-, en el complejo Moviecenter, y la parafernalia del horror me eclipsó los ojos. Calabazas, momias, brujas, dráculas, y otros seres irreconocibles para un tipo que ya está por fuera de la realidad juvenil pokemon. Niños disfrazados, madres histéricas disfrazadas y padres panzones disfrazados mirando alucinados la bicicleta de Milton Wynants… ¡muy fuerte!

Parece que antes de la proyección cinematográfica es obligación comprar pop, chicles, maní con chocolate, y todas las golosinas que se puedan llevar a la boca en 120 minutos de «séptimo arte» (¿?).

Moviecenter -y su olfato marketinero- pautó a los vendedores de golosinas disfrazarse para vender de forma cool y espanglish, todas esas fantásticas delicias a los ingenuos y cada vez más nabos padres.

La cuestión es que mucho Halloween, Día de Guy Fawkes, Trick or Treat, and more… pero en Carnaval -que esa sí es una fiesta yorugua por excelencia- ya nadie se disfraza. ¿Será porque los uruguayos ya estamos podridos de disfrazarnos para ir a trabajar, votar, estudiar, bailar, etc.? ¿O será que en estos tiempos de verdadero terror en que vivimos, los uruguayos nos conformamos con ponernos la careta de fantasma para decir «¿trato o treta?», para que devuelta nos rompan la jeta?

¡Buh! ¡Feliz día de Halloween!

¿Ciencia-ficción o pura realidad?

«Ya estamos tan acostumbrados que ni siquiera nos damos cuenta de que «el invento de la imprenta facilitó mucho el manejo de la opinión pública, y el cine y la radio contribuyeron en gran escala a acentuar este proceso. Con el desarrollo de la televisión y el adelanto técnico que hizo posible recibir y transmitir simultáneamente en el mismo aparato, terminó la vida privada. Todos los ciudadanos, o por lo menos todos aquellos ciudadanos que poseían la suficiente importancia para que mereciese la pena vigilarlos, podían ser tenidos durante las veinticuatro horas del día bajo la constante observación de la policía y rodeados sin cesar por la propaganda oficial, mientras que se les cortaba toda comunicación con el mundo exterior.» (Orwell, 1983).

¿Ciencia-ficción o pura realidad?

¿Diferentes ópticas?

Ojos sádicos reveladores de verdades a medias. Historias de engaños lejanos de un tiempo que no es ayer.

Iris de pez muerto en ojo de ser humano convaleciente pero agradecido. Nanotecnologías para el amor que nadie quiere ofrecer. Mañanas de plástico diluidas en frascos de narcóticos japoneses. Piernas desafiladas por los senderos de la distancia cercana.

Fiebres de la noche que no pude verte conmigo por qué mirabas la TV. Microscópicas serpientes de bytes comen de mi mano los pequeños trozos de un mundo que no quiso ser. Fábricas de nylon transparente cierran al vacío las ilusiones de un que viejo que tose inmundicias de alquitrán. Bocas de metal oxidado se babean y se retuercen en nombre de la verdad.

¿Diferentes ópticas? Visiones de un mundo que no es el mismo que vos quisiste, pero que quiso él y él y él y aquel.

Salir del cine, según Barthes*

El ensueño crepuscular.

«Todo sucede como si, incluso antes de entrar en la sala, ya estuvieran reunidas las condiciones clásicas de la hipnosis: vacío, desocupación, desuso; no se sueña ante la película y a causa de ella; sin saberlo, se está soñando antes de ser espectador. Hay una «situación de cine», y esta situación es pre-hipnótica. Utilizando una autentica metonimia, podemos decir que la oscuridad de la sala está prefigurada por el «ensueño crepuscular» (que según Breuer-Freud), precede a la hipnosis, ensueño que precede a esa oscuridad y conduce al individuo, de calle en calle, de cartel en cartel, hasta que éste se sumerge finalmente en un cubo oscuro, anónimo, indiferente, en el que se producirá ese festival de los efectos que llamamos una película…»

¿Y la televisión?

«Evoquemos la experiencia contraría: en la televisión, aunque también pasan películas, no hay fascinación; la oscuridad está eliminada, rechazado el anonimato; el espacio es familiar, articulado (por muebles y objetos conocidos), domesticado: el erotismo (digamos mejor la erotización del lugar, para que se comprenda lo que tiene de ligero, de inacabado) ha sido anulado: la televisión nos condena a la familia, al convertirse en el instrumento del hogar…»

Una frase:

«Es como si un largo tallo de luz recortara un agujero de cerradura y todos estuviéramos, estupefactos, mirando por ese agujero.»

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* Roland Barthes (1975). Lo obvio y lo obtuso (imágenes, gestos, voces).

Esa «cajita» plástica

El ser humano no puede vivir sin la tecnología. Depende de ella, como el niño recién nacido depende de la madre para poder alimentarse. La tecnología avanza y la dependencia que crea en el ser humano va a la par.

Dentro de los medios de comunicación, la televisión nos inculcó la cultura de la imagen; la del primer plano, el plano detalle, el video-clip. Nuestros pensamientos abstractos los producimos masajeados por esa cultura de la imagen.

La televisión es un integrante más de la familia. La adoramos. No podemos vivir sin ella. La «cajita» plástica es nuestra gran ilusión, la mentira más verdadera. ¡Pensar que en sí misma, es simplemente la conjunción de tres colores y algunas cosillas más!

El show de la información

Es notorio que las noticias deben maquillarse completamente y asumir un formato dinámico y entretenido para el gran consumo masivo. Las noticias, por lo tanto, quedan en una confusa línea entre información y show.

Es así como Leonardo Di Caprio se dedica a entrevistar a Bill Clinton para la cadena estadounidense ABC, y por otro lado la tragedia del niño cubano Elián González, se transforma en una especie de telenovela informativa, donde los medios de comunicación se olvidan por completo de la ética periodística y manipulan la información a su antojo.

Sin importarles, crean una batalla campal entre los cubanos radicados en Miami y el gobierno de los Estados Unidos; primero por haber declarado su responsabilidad legal de regresar al niño a Cuba, y luego por el operativo de «rescate» que realizaran irrumpiendo con armas en la casa donde el niño estaba alojado. La noticia es eso: puro entretenimiento.

Me hace recordar a un gag del programa humorístico Decalegrón (Uruguay, canal 10), donde se caricaturizaba la redacción de un periódico y siempre finalizaba con un personaje diciendo «Pero eso no es verdad», a lo que otro respondía «¡¡¡Pero como vende!!!».

¿Apocalípticos o Integrados?

En materia de comunicación, existían hasta ahora tres sistemas de signos: el texto escrito, que fundó la imprenta, la edición, el libro, el periódico, la maquina de escribir, el de la palabra; que originó el lenguaje, la radio, el teléfono, el disco; y la imagen, que produjo la pintura, el grabado, el dibujo animado, el cine, la televisión.

La articulación del teléfono, el televisor y la computadora creó una nueva tecnología de comunicación interactiva. Esta hace converger los diferentes sistemas de signos en un sistema único: Texto, sonido e imagen, que constituyen los multimedios (o multimedia): CD-ROM, juegos de video, DVD, Internet.

Baudrillard define este nuevo escenario como «el éxtasis de la comunicación». El fin del espacio público y privado, ya que todo se hace inmediatamente transparente y visible, cuando todo queda sometido a una «cruda luz» de la información y la comunicación. En palabras de Baudillard «ya no estamos en el drama de la alienación, sino en el éxtasis de la comunicación. Y este éxtasis es obsceno. Ya que acaba con toda mirada, con toda imagen, con toda representación». Se podría agregar a estas palabras, el fin de toda ilusión.

¿Tiempos apocalípticos o integrados?, diría Umberto Eco.
Usted decidirá: tiene la palabra, el texto y la imagen.

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* Baudillard (1988). El otro por sí mismo. Barcelona: Anagrama.
* Eco, Umberto (1968). Apocalípticos e Integrados. Barcelona: Lumen.