Ananova: la novia de Max Headroom

Ananova es la primera presentadora de noticias animada por computadora, e hizo su primer debut en Internet. El primer boletín informativo que leyó para el ciberespacio fue para dar una mala noticia: un accidente aéreo que causó 131 muertos en Filipinas.

Los diseñadores del sitio Web utilizaron un nuevo lenguaje de programación. Miles y miles de líneas de código de computación, más un impresionante desarrollo de animación visual gracias al que Ananova logra acompañar la lectura de las últimas noticias con movimientos, gestos o risas. La presentadora virtual tiene la capacidad de distinguir una información trágica de otra alegre y reaccionar de acuerdo al tono de la noticia.

Al mismo tiempo, un sistema que traduce el texto en voz se encarga de digitalizar lo que le dirá la conductora y de coordinar el movimiento de los labios para que sean acordes. No pasará mucho tiempo, dicen sus responsables, hasta que Ananova trascienda las fronteras idiomáticas y esté disponible para los usuarios de otras culturas, con información local.

Es tanta la confianza que tienen en el invento, que creen que revolucionará las comunicaciones. Según Vivienne Adshead, directora comercial de la empresa Ananova Ltd., este recurso informático «cambiará totalmente la manera de comunicarnos».

La idea de los creadores fue desarrollar un vínculo como el que existe entre los presentadores de noticias de la televisión y los telespectadores. Además de verla en las computadoras de escritorio, los que sean usuarios de telefonía celular, una computadora de mano (palmtop) o un notebook, también podrán ver a la primera presentadora de noticias virtual.

Ananova no es, sin embargo, la primera heroína virtual en llamar la atención del mundo informático. Desde hace varios años, la voluptuosa Lara Croft, el personaje de la saga de juegos Tomb Raider, se convirtió en la primera sex symbol virtual.

Es notorio que el mundo se esta yendo al infierno informático… ¿O a caso a alguien le quedan dudas?

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Si no conoces quién era Max Headroom, visita http://www.maxheadroom.com/.

Internet: una oportunidad para las ONG

Las posibilidades de comunicación que la tecnología nos brinda son cada vez más amplias. Un buen ejemplo es el de las campañas que se convocan, organizan o coordinan a través de Internet.Estas campañas de organizaciones no gubernamentales (ONG) incorporan acciones como el envío masivo de mensajes con fines como, entre otros, promocionar la campaña por el control y la transparencia en el comercio de armas en España, denominada «secretos que matan». Ésta se realizó utilizando el fax y el correo electrónico.

Otras organizaciones se dedican exclusivamente a fomentar campañas a favor de los derechos humanos, coordinando acciones en favor de etnias marginadas por diversos estados.

Algunas de estas campañas apenas han tenido una reunión física, desarrollándose la transferencia de información, coordinación y toma de decisiones exclusivamente por medios electrónicos.

Como se puede ver, algunas veces los medios de comunicación pueden ser útiles para fomentar el respeto por la paz, la solidaridad y los derechos humanos.

Cibermundo: ¿una política suicida?

«El miedo del otro es lo contrario al amor. Uno se olvida de esto cuando piensa que el amor está ligado al erotismo, a la sexualidad y los placeres carnales. La cuestión del amor se opone al odio, es decir, al miedo de los demás. El odio nace del miedo. Y resulta que actualmente vivimos una desintegración de la unidad de poblamiento.»

Estas son una de las respuestas que Paul Virilio -critico y seguidor de las tecnologías-, nos propone en su libro Cibermundo, ¿una política suicida?*. Es en este sentido que Virilio, plantea cómo la interrelación entre los seres humanos se ha modificado.

Desde las tribus de las ciudades antiguas, pasando por la familia burguesa del siglo XVI y XVII, la familia nuclear de la revolución industrial, hasta la familia monoparental de la metaciudad, o como dice el autor, la ciudad virtual. La familia no se expande más, se desintegra; de esta forma, Virilio plantea cómo las tecnologías acentúan esta desintegración. El cibersexo, la telesexualidad, significan el divorcio total, puesto que ya no se trata del divorcio de pareja, sino del divorcio de la copulación.

Desde que a través de Internet, dos personas se pueden comunicar mediante chats, e-mail, ICQ, etc. la corporeidad se pierde. Solamente se puede llegar a ese estado de comunicación virtual, mediante el uso de el traje de datos y el visio-casco. Ya que, si dos individuos están equipados con estos implementos, pueden juntarse a distancia por transmisión electromagnética.

De esta forma, comenta Virilio, «uno experimentará las sensaciones del cuerpo del otro, sabiendo que se encuentra, por ejemplo, en Nueva York, en su propio vestíbulo«. Es a partir de estas palabras, cómo Virilio intenta reflexionar acerca de cómo manejar ese tiempo mediato y virtual, que rompe las relaciones de pareja y de vecindad, para a si poder construir una vida digna.

A partir de esta interrogante, el autor de Estética de la desaparición*, propone recuperar la lengua, es decir, volver a conversar, ya que la información mediática nos lo impide. Y argumenta: «cuando uno se priva de la lectura y de la escritura, uno se priva de la palabra, por lo tanto, del otro. La socialización se hace a través de la lengua, las lenguas. La primera manera de amarse es a través de la palabra. Esta necesidad social se ve fuertemente amenazada por las tecnologías de la información«.

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* Virilio, Paul (1997). Cibermundo ¿una política suicida? Dolmen.
* Virilio, Paul (1980). Estética de la desaparición. Anagrama.

La enfermedad electrónica

Obviamente la enfermedad electrónica es la nueva patología del ser humano. Ya nadie está a salvo de esta nueva adicción a las tecnologías. Ya que prácticamente se ha tornado en un acontecimiento cotidiano el chequear el e-mail, las noticias, y otros servicios que nos acosan en nuestro mundo virtual. Para no quedar por fuera del léxico electrónico, y citando al avispado Bill Gates, podemos decir que ya estamos en «el ágora del futuro».

En cierta forma, el fundador de Microsoft, tiene razón. Como en la antigua Grecia, en la que el ágora era la plaza pública donde se encontraban los ciudadanos para realizar asambleas «populares» o comerciar, la nueva ágora virtual nos ofrece todo tipo de ocios y negocios. Desde el remate de un pelapapas, hasta las habitaciones en tiempo directo donde uno puede ser observador de lo que sucede: la pantalla se transforma en una suerte de «ventana indiscreta» de los tiempos que corren.

La enfermedad, pues, avanza sin control. Se extiende sobre todo el globo, ya que no tiene territorialidad, traspasa las fronteras, las culturas, las economías, etc. Es la enfermedad real, de nuestra vida virtual.

Establecemos vínculos con extraños mediante e-mail, chats, ICQ, abarcando todo tipo de intereses o necesidades. Esa comunicación es instantánea y privada, sin salir de nuestro propio hogar. Esta enfermedad nos lleva al rechazo del «otro» en nuestra vida cotidiana no virtual, ya que de esta forma sentimos el acosó del extraño cuando caminamos por la calle, cuando viajamos en ómnibus, y en toda interacción social. Sentimos su presencia con todos nuestros sentidos.

De tal manera, la comunicación virtual nos endulza con su aséptica y ecológica instantaneidad, y nos condena a ser portadores de una enfermedad electrónica, que rápidamente se expande sobre la sociedad global.

El Amor en Internet (Gwinnell, Gubern, Liberman)

En general, los fenómenos comportamentales se desarrollan así: algo pasa, algo toma entonces una magnitud visible, los medios masivos de comunicación detectan ese algo y lo hacen público (lo deforman o lo esclarecen), la gente que no está directamente involucrada con ese algo empieza a mirar hacia esa zona, los especialistas comienzan a fijar su atención en ese algo (lo analizan y divulgan sus conclusiones), los medios recogen esas investigaciones y las hacen públicas.

En este caso, ese algo es las relaciones amorosas electrónicas: es decir, las relaciones que hombres y mujeres establecen mediante el correo electrónico, las páginas de chat, la mensajería instantánea, etc.

La psiquiatra estadounidense Esther Gwinnell -autora de El amor en Internet (1999)- aporta datos: señala que las relaciones sentimentales en Internet duran tres meses en promedio, y que muchas parejas llegan a estar entre seis y diez horas diarias chateando con su amante virtual.

En Estados Unidos ya se han producido varios divorcios en los que uno de los involucrados acusa al otro de ser un «adúltero virtual», y recientemente en nuestro pequeño país una muchacha del interior contrajo matrimonio con un mexicano… y no funcionó en la vida real.

El chat es ideal para personas tímidas e inseguras, opina Román Gubern en El eros electrónico (2000). Gubern dice además que el chat «cancela, por el anonimato de la comunicación, los efectos negativos del racismo étnico y de los racismos sociales de la fealdad, de la edad y de la enfermedad».

Tanto Gubern como el psicoanalista Arnoldo Liberman coinciden en que en una relación vía electrónica se ama a la persona imaginada, nunca a la real. Según Liberman, este fenómeno es «una denuncia más de la enorme soledad afectiva que padecemos y de las limitaciones que tenemos para luchar contra ella». Además, dice el psicoanalista, «el chat permite realizar y perpetuar con extrema fácilidad y eficacia el deseo, tan común y frecuente, de ser otro».

¿Apocalípticos o Integrados?

En materia de comunicación, existían hasta ahora tres sistemas de signos: el texto escrito, que fundó la imprenta, la edición, el libro, el periódico, la maquina de escribir, el de la palabra; que originó el lenguaje, la radio, el teléfono, el disco; y la imagen, que produjo la pintura, el grabado, el dibujo animado, el cine, la televisión.

La articulación del teléfono, el televisor y la computadora creó una nueva tecnología de comunicación interactiva. Esta hace converger los diferentes sistemas de signos en un sistema único: Texto, sonido e imagen, que constituyen los multimedios (o multimedia): CD-ROM, juegos de video, DVD, Internet.

Baudrillard define este nuevo escenario como «el éxtasis de la comunicación». El fin del espacio público y privado, ya que todo se hace inmediatamente transparente y visible, cuando todo queda sometido a una «cruda luz» de la información y la comunicación. En palabras de Baudillard «ya no estamos en el drama de la alienación, sino en el éxtasis de la comunicación. Y este éxtasis es obsceno. Ya que acaba con toda mirada, con toda imagen, con toda representación». Se podría agregar a estas palabras, el fin de toda ilusión.

¿Tiempos apocalípticos o integrados?, diría Umberto Eco.
Usted decidirá: tiene la palabra, el texto y la imagen.

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* Baudillard (1988). El otro por sí mismo. Barcelona: Anagrama.
* Eco, Umberto (1968). Apocalípticos e Integrados. Barcelona: Lumen.

Ajedrez en la Red

Cada día me sorprendo más al ver progresar las estadísticas de uso de los sitios web que desarrollo. La realidad es que de un abrumador 85% de navegantes usando Netscape Navigator a principios de 1996, ahora sólo lo utiliza alrededor del un 35%. Aún peor, muchos internautas ni siquiera conocen a la compañía Netscape Communications, algo impensable poco tiempo atrás. Netscape, junto a Yahoo, era considerado uno de los padres de la Web.

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Penn Station talk

Esperando el tren para volver a casa en Penn Station en Manhattan me di cuenta que la estación es una pobre representación de la ciudad que sirve, pero mirando alrededor a la gente, vi a una persona que en sí representa a lo que la tecnología nos está llevando en esta sociedad.

Sobretodo largo, negro, con auriculares… nada muy particular, hasta que vi algo que se extendía desde el auricular hasta cerca de la boca: un micrófono (obviamente para un teléfono celular con manos libres).

Estar en contacto con todos y en todo momento es el grito de las masas. La proliferación de la telefonía celular llega a su cúspide, ahora también con nuevos modelos con conexión a Internet que hacen posible leer e-mail a través de la pequeña pantalla de cristal líquido (LCD). El futuro es ahora, la posibilidad de poder comunicarnos con cualquier persona en el globo ya es una realidad que vivimos.

El escalamiento de las comunicaciones lleva a que pierdan valor, hablar con alguien en otro continente ya no es una oportunidad para que todos los familiares se junten alrededor del teléfono para escuchar.

Y ya que estamos en el tema de valores, nos olvidamos lo que significa «comunicarse» y con quién es importante comunicarse.

Logramos comunicarnos más a un nivel «alto», superficial, pero qué pasó con comunicarnos al nivel «bajo«, profundo, con las personas que tenemos mas cerca? Hijos, Padres, Verdaderos Amigos?

Mientras la sociedad grita que somos un mundo cada vez más chico, la distancia entre la gente que tenemos más cerca se agranda… Estamos a tiempo. Este es el tiempo. Con la Navidad, El Milenio, o lo que sea como excusa, acerquémonos unos a otros.

Felices Fiestas.