¿Ciencia-ficción o pura realidad?

«Ya estamos tan acostumbrados que ni siquiera nos damos cuenta de que «el invento de la imprenta facilitó mucho el manejo de la opinión pública, y el cine y la radio contribuyeron en gran escala a acentuar este proceso. Con el desarrollo de la televisión y el adelanto técnico que hizo posible recibir y transmitir simultáneamente en el mismo aparato, terminó la vida privada. Todos los ciudadanos, o por lo menos todos aquellos ciudadanos que poseían la suficiente importancia para que mereciese la pena vigilarlos, podían ser tenidos durante las veinticuatro horas del día bajo la constante observación de la policía y rodeados sin cesar por la propaganda oficial, mientras que se les cortaba toda comunicación con el mundo exterior.» (Orwell, 1983).

¿Ciencia-ficción o pura realidad?

¿Diferentes ópticas?

Ojos sádicos reveladores de verdades a medias. Historias de engaños lejanos de un tiempo que no es ayer.

Iris de pez muerto en ojo de ser humano convaleciente pero agradecido. Nanotecnologías para el amor que nadie quiere ofrecer. Mañanas de plástico diluidas en frascos de narcóticos japoneses. Piernas desafiladas por los senderos de la distancia cercana.

Fiebres de la noche que no pude verte conmigo por qué mirabas la TV. Microscópicas serpientes de bytes comen de mi mano los pequeños trozos de un mundo que no quiso ser. Fábricas de nylon transparente cierran al vacío las ilusiones de un que viejo que tose inmundicias de alquitrán. Bocas de metal oxidado se babean y se retuercen en nombre de la verdad.

¿Diferentes ópticas? Visiones de un mundo que no es el mismo que vos quisiste, pero que quiso él y él y él y aquel.

El futuro desconocido

Este artículo está compuesto por dos escritos muy breves (con una diferencia de 6 días entre sí) que versan sobre la incertidumbre más básica y a la vez más preocupante de los mortales: la existencia.

Sueño Invernal

Otra vez se entreveran mis pensamientos. Se mezclan los conceptos y mis dedos teclean violentamente la máquina para traducirlos a la pantalla. No controlo mis instintos. Los dejo libres de toda cárcel racional. Los dejo fluir a través del pensamiento.

Pienso en el futuro… ¿Existe el futuro? ¿Dónde me encontraré en 10 años? ¿Estaré con vida? No puedo responder esas incógnitas.

Me quedo observando hacia la calle por la ventana de mi habitación. No hay vida. Solamente automóviles estáticos en el tiempo. Paredes golpeadas por el ácido flujo temporal. No tengo nada más que hacer. Me siento una decepción del conocimiento.

¿Estaré con vida? Realmente no lo sé. Quizá sea hora de despertar de este sueño invernal.

Como Alicia en el país de las maravillas

Como a «Alicia en el país de la maravillas», un tornado nos ha depositado en otra dimensión. Un tornado informático nos ha succionado por completo.

¿Quién sabe Alicia dónde estarás? El sendero de la técnica y del conocimiento nunca se sabe a dónde te puede conducir. Alicia, ¿cuál será tu destino?

Perversamente la bruja te observa y se ríe de vos. El hombre de hojalata quiere un corazón. Ya es posible. El hombre de hojalata contiene hardware sofisticado y su software es hightech.

¿Quién sabe, Alicia? Quizá este país fue construido porque sí.

Salir del cine, según Barthes*

El ensueño crepuscular.

«Todo sucede como si, incluso antes de entrar en la sala, ya estuvieran reunidas las condiciones clásicas de la hipnosis: vacío, desocupación, desuso; no se sueña ante la película y a causa de ella; sin saberlo, se está soñando antes de ser espectador. Hay una «situación de cine», y esta situación es pre-hipnótica. Utilizando una autentica metonimia, podemos decir que la oscuridad de la sala está prefigurada por el «ensueño crepuscular» (que según Breuer-Freud), precede a la hipnosis, ensueño que precede a esa oscuridad y conduce al individuo, de calle en calle, de cartel en cartel, hasta que éste se sumerge finalmente en un cubo oscuro, anónimo, indiferente, en el que se producirá ese festival de los efectos que llamamos una película…»

¿Y la televisión?

«Evoquemos la experiencia contraría: en la televisión, aunque también pasan películas, no hay fascinación; la oscuridad está eliminada, rechazado el anonimato; el espacio es familiar, articulado (por muebles y objetos conocidos), domesticado: el erotismo (digamos mejor la erotización del lugar, para que se comprenda lo que tiene de ligero, de inacabado) ha sido anulado: la televisión nos condena a la familia, al convertirse en el instrumento del hogar…»

Una frase:

«Es como si un largo tallo de luz recortara un agujero de cerradura y todos estuviéramos, estupefactos, mirando por ese agujero.»

– – –

* Roland Barthes (1975). Lo obvio y lo obtuso (imágenes, gestos, voces).

Esa «cajita» plástica

El ser humano no puede vivir sin la tecnología. Depende de ella, como el niño recién nacido depende de la madre para poder alimentarse. La tecnología avanza y la dependencia que crea en el ser humano va a la par.

Dentro de los medios de comunicación, la televisión nos inculcó la cultura de la imagen; la del primer plano, el plano detalle, el video-clip. Nuestros pensamientos abstractos los producimos masajeados por esa cultura de la imagen.

La televisión es un integrante más de la familia. La adoramos. No podemos vivir sin ella. La «cajita» plástica es nuestra gran ilusión, la mentira más verdadera. ¡Pensar que en sí misma, es simplemente la conjunción de tres colores y algunas cosillas más!

El show de la información

Es notorio que las noticias deben maquillarse completamente y asumir un formato dinámico y entretenido para el gran consumo masivo. Las noticias, por lo tanto, quedan en una confusa línea entre información y show.

Es así como Leonardo Di Caprio se dedica a entrevistar a Bill Clinton para la cadena estadounidense ABC, y por otro lado la tragedia del niño cubano Elián González, se transforma en una especie de telenovela informativa, donde los medios de comunicación se olvidan por completo de la ética periodística y manipulan la información a su antojo.

Sin importarles, crean una batalla campal entre los cubanos radicados en Miami y el gobierno de los Estados Unidos; primero por haber declarado su responsabilidad legal de regresar al niño a Cuba, y luego por el operativo de «rescate» que realizaran irrumpiendo con armas en la casa donde el niño estaba alojado. La noticia es eso: puro entretenimiento.

Me hace recordar a un gag del programa humorístico Decalegrón (Uruguay, canal 10), donde se caricaturizaba la redacción de un periódico y siempre finalizaba con un personaje diciendo «Pero eso no es verdad», a lo que otro respondía «¡¡¡Pero como vende!!!».

Internet: una oportunidad para las ONG

Las posibilidades de comunicación que la tecnología nos brinda son cada vez más amplias. Un buen ejemplo es el de las campañas que se convocan, organizan o coordinan a través de Internet.Estas campañas de organizaciones no gubernamentales (ONG) incorporan acciones como el envío masivo de mensajes con fines como, entre otros, promocionar la campaña por el control y la transparencia en el comercio de armas en España, denominada «secretos que matan». Ésta se realizó utilizando el fax y el correo electrónico.

Otras organizaciones se dedican exclusivamente a fomentar campañas a favor de los derechos humanos, coordinando acciones en favor de etnias marginadas por diversos estados.

Algunas de estas campañas apenas han tenido una reunión física, desarrollándose la transferencia de información, coordinación y toma de decisiones exclusivamente por medios electrónicos.

Como se puede ver, algunas veces los medios de comunicación pueden ser útiles para fomentar el respeto por la paz, la solidaridad y los derechos humanos.

¿Apocalípticos o Integrados?

En materia de comunicación, existían hasta ahora tres sistemas de signos: el texto escrito, que fundó la imprenta, la edición, el libro, el periódico, la maquina de escribir, el de la palabra; que originó el lenguaje, la radio, el teléfono, el disco; y la imagen, que produjo la pintura, el grabado, el dibujo animado, el cine, la televisión.

La articulación del teléfono, el televisor y la computadora creó una nueva tecnología de comunicación interactiva. Esta hace converger los diferentes sistemas de signos en un sistema único: Texto, sonido e imagen, que constituyen los multimedios (o multimedia): CD-ROM, juegos de video, DVD, Internet.

Baudrillard define este nuevo escenario como «el éxtasis de la comunicación». El fin del espacio público y privado, ya que todo se hace inmediatamente transparente y visible, cuando todo queda sometido a una «cruda luz» de la información y la comunicación. En palabras de Baudillard «ya no estamos en el drama de la alienación, sino en el éxtasis de la comunicación. Y este éxtasis es obsceno. Ya que acaba con toda mirada, con toda imagen, con toda representación». Se podría agregar a estas palabras, el fin de toda ilusión.

¿Tiempos apocalípticos o integrados?, diría Umberto Eco.
Usted decidirá: tiene la palabra, el texto y la imagen.

– – –

* Baudillard (1988). El otro por sí mismo. Barcelona: Anagrama.
* Eco, Umberto (1968). Apocalípticos e Integrados. Barcelona: Lumen.